16 mayo 2007


Los poetas

Los poetas a veces son extraños, dicen cosas con lo dedos, piensan otras, no hablan, miran con los ojos clavados en un puñado de mentiras, las mastican como chicles y hasta tienen el talante alegre, aunque por dentro están muertos y se dan de golpes en el pecho, o porque se sienten culpables o porque se quieren sentir vivos.

En fin, conocer a un poeta no es algo de lo que uno deba sentirse orgulloso, más bien habría que dejarlos que se revuelquen en sus propias conmociones. Si se tragan la lengua y se ahogan, no debería ser nuestro problema. Quizá sus poemas digan algo, en algunos casos y hasta nos hablen y nos vean y nos quieran, pero ellos, los poetas, no son más que una sombra o un encandilamiento.

Se creen dueños de las palabras y no son más que hijos de la estructura gramatical, la filología, la retórica y la lingüística y además, como suele haber casos, hay algunos que ni madre tienen.

Pobres poetas, me creen tan iluso para no darme cuenta de que no pueden quererme.

Marco Medina

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