Quisiéramos no ser olvidados. La esperanza se cansa y el cuerpo también. Se cansan de buscar y no encontrar, de mirar atrás y no ver nada, de mirar adelante y ver siempre lo mismo, nada.
Gritar bajo la mordaza ya no sirve de nada, ya no satisface. Golpearse a sí mismo en el hocico, como a un perro ya no nos hace sentirnos vivos, ahora queremos morder y arrancar la piel y quedárnosla un ratito entre los dientes, utilizarla como lengua, como una no menos ajena de la traemos en la boca.
El tiempo cree que pasa arrasándolo todo, que se roba todo: ideales, fuerza, energía, ganas, inocencia; pero no, un infierno sigue ardiendo lento dentro de nosotros.
Un día, cuando nos vean escupiendo llamaradas y eructando humos fétidos sabrán que seguimos vivos y que aun está ahí, adentro, brincando entre las llamas, todo lo que el puto tiempo piensa que nos a quitado.
Quisieramos no ser olvidados.
...El olvido es solo una mentira más de la memoria.
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